Brenda Gabriela Sánchez Trejo

Alumna de 4º semestre de la Carrera de Psicología

La mayoría de las disciplinas productoras de conocimiento, en algún momento de su desarrollo, apuntan a ser reconocidas como portadoras de una verdad única, a ser ciencia; tal como lo es la física, y separándose así de la filosofía, en el caso de psicología.

Llevando a cabo una revisión rápida sobre la definición de ciencia que hay en los diccionarios, podríamos darnos cuenta de que la idea es vaga e incluso nos llevaría a una probable desilusión; se queda corta, pues la ciencia se ha ido modificando a través de los diferentes contextos históricos, siendo el siglo XV, durante el Renacimiento, la época en la que salieron a la luz grandes descubrimientos que permitieron revolucionar el modo de pensar, concebir y vivir el mundo que nos rodea; aquí es donde la ciencia sufre uno de sus grandes cambios.

De acuerdo con lo anterior, así como el concepto de ciencia se ha ido modificando, también lo han ido haciendo las distintas disciplinas científicas, realizando una reestructuración de sus objetos de estudio para lograr ese reconocimiento que solamente la ciencia podría otorgarles. Un ejemplo sería la psicología, disciplina que buscó la separación de la filosofía para lograr ser una ciencia natural a partir de modificaciones en su objeto de estudio.

Cabe mencionar que el camino que recorrió psicología en su búsqueda por ser ciencia tuvo grandes trabas, comenzando desde su raíz etimológica, ya que el término otorgado por Aristóteles da razón al “alma”, a la psique, aquella parte vital e intangible que tiene el humano y que lo diferencia del animal. Esta dificultad fue la más grande a superar, debido a que durante el siglo XIX, siglo en el que las ciencias positivistas tenían gran peso, no se hacía mucho por dar crédito a aquellas ideas con tintes metafísicos. Por un lado estaba la idea de la psique y por el otro se hallaba la última palabra de las ciencias, por lo que se tuvo que buscar, en el estudio de la disciplina psicológica, aquello que era posible de someter a la experimentación (Tortosa y Civera, 2006).

Como bien se mencionó anteriormente, ciencia es una palabra que va cambiando conforme se va acoplando al espacio y tiempo, en este caso, psicología no se queda atrás. Pasando del aspecto metafísico y filosófico, al científico y experimental, en psicología surgen una serie de transformaciones que han sido cruciales, pues mientras los antiguos psicólogos hablaban de “almas” los nuevos hablan de un conjunto de “facultades”. Es entonces que modifica el objeto de estudio y se centra en la conducta, todo aquello que provoque un cambio, que sea medible y cuantificable. Wilhelm Wundt fue el personaje que marcó ese momento crítico de la transformación del fenómeno a estudiar. Apoyado en anatomía y fisiología, creó en 1878 el primer laboratorio dedicado a la experimentación en psicología (Mueller, 1965). Ante esto, podríamos inferir que es una pequeña parte de la psicología la que tiene el nombre de ciencia. El conductismo permite y limita sus descubrimientos a procesos lógicos, de observación cuantificables; tal cual como se sugiere. Esta perspectiva, con tintes positivistas, revela entonces que la subjetividad queda superada por la objetividad, teniendo como único camino para la solución de los problemas en ciencia captar las cosas en sí mismas, dejando de lado toda añadidura por parte del investigador (Covarrubias, 2009).

Aun con toda esta problemática sobre si el objeto de estudio de la psicología sea digno o no para el titulo de ciencia, cabe mencionarse que el método científico tiene sus limitantes. No existe ningún hecho que sea puro y por lo tanto resulta totalmente falible. Los fenómenos aparecen ante el científico en conjunto con la cultura en el que se encuentren y de la percepción que se tenga, y ésta a su vez, no siempre resulta verdaderamente fiable. Las explicaciones nacen de interrogantes, éstas van guiadas ellas y de igual manera son seleccionadas. Entonces, no hay neutralidad y no puede alejarse de la esencia que le da el investigador (Yela, 1994).

Desde este punto de vista, se puede decir que la ciencia no es del todo pura así como sus hechos evaluados. Entonces, habrá aspectos en el ser humano que sean difíciles de explicar con algo verdaderamente tangible, como la conciencia. Sabemos que está ahí, y que juega un papel importante, entonces no podemos dejarla de lado porque no es cuantificable. Es necesario que se estudie, que se evalúe y que se llegue a la formación de conclusiones. Esto no quiere decir que la psicología deba hacer las cosas de manera libre. Debe de haber un apego a las ciencias para que estos hechos encontrados tengan valor. La psicología contemporánea intenta ligar el estudio tanto de lo interno como de lo externo, de la mente y de la conducta. Se intenta la coexistencia de manera armoniosa de la subjetividad y la objetividad bajo la extensión de métodos y sus aplicaciones. En conclusión, eso a lo que llamamos Psicología no puede reducirse solamente a un solo cuerpo de conocimientos, ésta resulta ser compleja y va más allá de lo que las ciencias positivistas establecen. Se apega al contexto histórico que le da identidad, y es precisamente por esto que se le ha dado un tinte científico, porque ha logrado la resolución a problemas empíricos.

Seguirá en la psicología esa producción de capital. Se seguirán planteando investigaciones para la solución de problemas prácticos y así ofrecer ese conocimiento psicológico para posteriormente aplicarlo. Bajo esto ultimo, psicología cumple con la definición de ciencia y debe ser llamada de tal modo.

Referencias

Covarrubias, P. (2009). El carácter científico de la Psicología: un estudio sobre las representaciones de sus estudiantes. Perfiles Educativos, 31(126), 8-29. Recuperado el 23 de marzo de 2016 de http://www.journals.unam.mx/index.php/perfiles/article/view/18865/17906

Mueller, F.L. (1965). La psicología contemporánea. México: Fondo de Cultura Económica.

Tortosa, F. y Civera, C. (2006). Historia de la Psicología. España: Editorial McGraw-Hill.

Vezzetti, H. (2007). Historias de la Psicología: problemas, funciones y objetivos. Revista de Historia de la Psicología, 28(1), 147-166. Recuperado el 23 de marzo de 2016 de http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=2291020

Yela, M. (1994). El problema del método científico en psicología. Anuario de Psicología, (60), 3. Recuperado el 23 de marzo de 2016 de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=72780416