Un nuevo estudio internacional evaluará el efecto acumulativo de la pandemia de COVID-19 sobre el comportamiento humano

People wearing protective masks are showing stop sign by hands.

Dra. Georgina Eugenia Bazán Riverón
Grupo de Investigación: Enfermedades Crónicas. Unidad de Investigación Interdisciplinaria en Ciencias de la Salud y la Educación

Se acaba de poner en marcha un nuevo estudio internacional sobre los efectos de la pandemia de COVID-19 en el comportamiento humano, basado en una encuesta cuyo enlace se puede encontrar aquí:

https://docs.google.com/forms/d/e/1FAIpQLSeKvvEKU-3kxpMSjiecusSa5zUuKIQM8kKN58ewcHpMQnC24w/viewform

y en la cual los investigadores esperan obtener una participación masiva en más de 30 países.

Según el coordinador del estudio, el profesor Antoni Sanz, de la Facultad de Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona, se trata de

… un esfuerzo de colaboración científica extraordinario para una situación extraordinaria. En un tiempo récord nos hemos puesto de acuerdo para cooperar más de 50 investigadores de 20 universidades de 15 países de América y Europa.

Antoni Sanz

La finalidad es crear una gran base de datos que permita a equipos de investigación de todo el mundo y a las autoridades sanitarias analizar los efectos psicológicos de las medidas de restricción de movilidad que han adoptado la gran mayoría de países para intentar controlar el contagio del coronavirus. Según el coordinador del proyecto, se ha observado un aumento de la población con trastorno mental en distintos estudios en vías de publicación, en países como China, Argentina, España o Reino Unido. Sin embargo, como resalta el profesor Sanz, “… existe una gran disparidad aparente en la prevalencia de trastornos de ansiedad o depresión por países, ya que en algunos se supera el 40% en trastorno de ansiedad y el 10% en el trastorno de depresión, como es el caso de la región china de Wuhan, mientras que en otros apenas se han apreciado cambios en la salud mental de la población en relación a estudios previos a la pandemia, como es el caso del Reino Unido. Argentina y España quedarían en un lugar intermedio, con un 10% al 20% de incidencia de trastornos de ansiedad, lo cual supone un aumento significativo en relación a los estudios previos a la pandemia, pero sin llegar a las tasas extraordinarias que parecen haberse observado en China”. ¿Se trata de un efecto de las diferentes medidas de restricción de movilidad a las que ha estado sometida la población de cada país (más duras y súbitas en China que en Argentina o España, o más laxas y progresivas como en el caso del Reino Unido), o bien se trata de que en cada país se está empleando una metodología de evaluación diferente?. “Dar respuesta a esa pregunta es uno de los objetivos del estudio, pero no el único”, señala el profesor Sanz. “Al difundir un único modelo de encuesta en países tan diversos, esperamos averiguar si la intensidad y la duración de las medidas implantadas en cada gobierno, o bien diferencias socioculturales, son o no las responsables de esa disparidad. Esto, a su vez, va a poder permitir la identificación de los colectivos que han padecido los efectos con más dureza, entre los que algunos estudios preliminares indican claramente que se encuentra el personal sanitario y las personas afectadas cuadros severos de la enfermedad, en los que parece haber un gran número de casos de trastorno por estrés post-traumático. Asimismo, la gran base de datos que se espera conseguir puede permitir la identificación de factores que determinen el impacto en la salud mental, como son las condiciones del espacio físico y el contexto social en el que cada persona haya sobrellevado el confinamiento o las restricciones de movilidad”. Sin embargo, a diferencia de otros estudios que se han centrado exclusivamente en la salud mental, este estudio internacional también pone el foco en la capacidad de adaptación de las personas a circunstancias extraordinarias.

En ese sentido, se pretende evaluar el conocido como el crecimiento post-traumático, es decir, la mejora emocional y cognitiva que experimentan algunas personas tras haber sido sometidas y superar circunstancias adversas como, en este caso, el aislamiento social o padecer la COVID-19. Pero tan importante es echar la mirada atrás y valorar cómo las personas han reaccionado tras acumular en muchos casos cerca de 10 semanas sin apenas salir de casa, como analizar lo que viene ahora: Una nueva realidad post-confinamiento, en la que en más de medio planeta se van a tener que adoptar cambios significativos en el comportamiento individual y social, incorporando un gran número de hábitos nuevos: Como señala Sanz,

… el virus responsable de esta enfermedad se contagia mucho de persona a persona, pero el comportamiento humano se contagia aun más, por lo que es un arma de doble filo. Si se adoptan conductas de prevención del coronavirus, lograremos contener lo suficiente su avance hasta que los laboratorios de todo el mundo nos anuncien los tan esperados tratamientos. Mientras no dispongamos de una vacuna o de un antivírico efectivo, las únicas medidas para controlar al SARS-CoV-2 dependen de las conductas de prevención; identificar los factores que hagan que estas se realicen o no puede ser crítico para definir las políticas de salud pública que garanticen que las UCIs no se colapsen y que se eviten miles de muertes en todo el mundo.

Antoni Sanz